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El uso de plantas medicinales como remedios naturales para patologías diversas ha sido muy común a lo largo de la historia y tiene cada vez más adeptos en la actualidad. Para aprovechar los principios activos de los vegetales es necesario realizar un proceso de extracción. De esta forma se obtienen los extractos, que pueden ser de varios tipos, en función del método de extracción, la consistencia, la planta y la concentración de principios activos.

Métodos extractivos

La extracción puede realizarse a partir de plantas frescas, secas, semi-secas o fermentadas. Consiste en separar las sustancias y se obtienen dos componentes: el extracto en sí y el residuo (llamado bagazo). Uno de los métodos usados es la expresión, por el que se introduce la planta en una prensa hidráulica y se exprime. También existe la extracción por incisiones, que se utiliza para lograr gomas, resinas y mieles. Con la destilación, en cambio, se obtienen aceites esenciales, productos grasos con una composición muy compleja.

Sin embargo, la forma más habitual de obtener los extractos es a través de solventes, que pueden ser agua, mezclas hidroalcohólicas, glicoles o disolventes orgánicos. En este caso, uno de los procesos que existe es la maceración, que consiste en dejar la planta molida en contacto con el solvente a temperatura ambiente entre tres y 10 días. Una variante de este mecanismo es la digestión, en la que el reposo se realiza a una temperatura superior. La infusión es de las más conocidas y se produce al hervir el solvente e introducir la planta; después, se deja enfriar a temperatura ambiente.

Tanto la infusión como la decocción usan el agua como solvente. Para este segundo, hay que cubrir la materia prima con disolvente y llevar el conjunto a ebullición durante unos 15 o 30 minutos y, posteriormente, filtrarlo. Finalmente, la percolación es el paso lento del solvente (al que se añade la planta) por un material poroso, de forma que queda filtrado. 

Todos estos se denominan extractos fluidos, líquidos o tinturas.

Por último están los extractos secos que se obtienen eliminando el solvente del extracto fluido y quedando como resultado un polvo concentrado.

Los extractos estandarizados

Esta distinción según la consistencia y el proceso de elaboración permite también calificarlos en función de su eficacia: cuanto más sólidos, más principios activos concentra. En este sentido, los extractos secos presentan una concentración superior a la planta original. Esta propiedad se expresa en proporciones: 5:1, lo que significa que, de cada cinco kilos de planta, se obtiene un kilo de extracto, por ejemplo.

Para mejorar la eficacia y la seguridad de estos extractos secos, es común someterlos a un proceso de estandarización, que tiene como resultado una mayor uniformidad de sus efectos terapéuticos. Estos extractos estandarizados -que también se denominan titulados- son los de calidad más alta e indican en porcentaje la cantidad de principios activos que contiene la planta.

Las variables que determinan la cantidad de sustancia con efectos farmacológicos son muchas: desde la parte de la planta que se usa para obtener el extracto (flor, hojas, etc), hasta el estado de maduración cuando se recolecta, la zona de cultivo, la climatología y el método de extracción.

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