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¿Sabías que el sabor picante de la mostaza viene de una sustancia que fabrican ciertas plantas para ahuyentar a las orugas? ¿Y que los antioxidantes que tomamos, en realidad los fabrican las plantas para atraer a los insectos y promover su reproducción? Estas sustancias beneficiosas para nosotros se producen gracias al metabolismo secundario de las plantas.

El metabolismo secundario es una característica única de las plantas que les permite producir y acumular sustancias de naturaleza diversa que no son imprescindibles para su supervivencia, pero sí para realizar funciones tan importantes como la atracción de insectos polinizadores necesarios para la reproducción, la regulación del ciclo celular o la protección frente a bacterias o rayos ultravioleta, entre otros. Hay multitud de metabolitos secundarios y cada grupo de plantas fabrica los que necesita. La cantidad producida y el tipo de metabolito son diferentes según la especie de planta, las condiciones en las que vive, la competencia que tenga de otras plantas, los predadores, etc.

Algunos de los grupos de metabolitos secundarios más conocidos son: flavonoides, taninos, lignanos, saponinas, alcaloides, polifenoles o cumarinas, entre otros.

Metabolismo primario vs. Metabolismo secundario

Al contrario que en estos metabolitos exclusivos del reino vegetal, el metabolismo primario es un proceso bioquímico que sí está presente en el organismo de humanos y animales. Este consiste en el conjunto de reacciones bioquímicas que realizan las células de todos los seres vivos para obtener las sustancias indispensables para su supervivencia. Es dónde encontramos los lípidos, hidratos de carbono, proteínas y nucleótidos.

Beneficios de los metabolitos secundarios en la salud

Entonces, ¿por qué dedicamos un artículo al metabolismo secundario de las plantas si no es un proceso que intervenga de forma directa en el funcionamiento de nuestro organismo? La respuesta es que, mediante la alimentación, los complementos alimenticios y los medicamentos, hemos aprendido a aprovechar las propiedades biológicas de los metabolitos secundarios en nuestro propio beneficio, tanto para la salud como para dar sabor a nuestros platos en la cocina.

Algunos ejemplos son:

Flavonoides: muchos de ellos son pigmentos que proporcionan color a flores y frutos y juegan un papel esencial en la reproducción. Nosotros los utilizamos como potentes antioxidantes.

Taninos: en las plantas actúan como repelentes alimenticios de muchos animales. Las plantas fabrican grandes cantidades de estas sustancias en la piel de los frutos inmaduros para evitar que se los coman. Sin embargo, para nosotros algunos taninos, como los del vino tinto, son beneficiosos para la salud cardiovascular.

Terpenos: algunos, como los limonoides, son antiherbívoros y se utilizan como repelentes de insectos.

Alcaloides: es el caso de la cafeína y la quinina. No se conoce su función en las plantas, pero pequeñas dosis de estas sustancias producen efectos beneficiosos en nuestro organismo. La cafeína estimula nuestro sistema nervioso central y la quinina se utiliza para el tratamiento de la malaria.

Derivados del ácido fenólico: por ejemplo, el ácido salicílico, que actúa como regulador del crecimiento vegetal implicado en la resistencia de la planta frente a patógenos. Nosotros lo utilizamos como antiinflamatorio y antipirético.

- Glucosinolato: como la sinigrina que se encuentra en la mostaza, que aporta el aroma, sabor y olor picante a este condimento, pero cuya función en el caso de la planta es ahuyentar a las orugas.

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